jueves, 15 de octubre de 2015

La inacción: un cancer social

La inacción: un cáncer social

Los venezolanos nos enfrentamos en este momento a una crisis social y política sumamente delicada. Los problemas llueven tormentosamente. La economía, la seguridad ciudadana y la educación son algunos de ellos, quizás los prioritarios. Tanto así, que nosotros mismo nos envolvemos en una red de tormentos que anulan nuestra capacidad de respuesta como ciudadanía. Mientras algunos salen, protestan y dan la cara; la mayoría solo espera, impaciente, porque un ser omnipotente baje en su divinidad y resuelve los problemas que no son de más nadie sino nuestros. La inacción se ha vuelto un cáncer social, cercano a hacer metástasis, y que puede acabar con los sueños de desarrollo de los venezolanos.

            Ante ello, los jóvenes tenemos una responsabilidad crucial: soñar. Soñar y compartir ese sueño, hacer creíble esa Venezuela distinta, llena de oportunidades y progreso, esa Venezuela en la que cada individuo, pueda a través de su propio esfuerzo y trabajo, independizarse. La tarea no es fácil, y menos en un país donde los soñadores suelen ser vistos como incrédulos surreales y ser acusados de locos consumidores de antidepresivos. Ante eso, más sueños, más esperanza y más proposición. Los movimientos políticos en Venezuela deben voltear la tortilla, acabar con ese sentimiento generalizados de desilusión y ceguera ante el futuro inmediato. Debemos, juntos, empezar a sentar las bases de una proyecto de país de consenso, donde todos los venezolanos demócratas nos encontremos y donde cada movimiento tenga una representación real y valiosa en la toma de decisiones.

            Venezuela se encuentra caminando en el filo de una espada. A un lado la espera una tiranía desenmascarada, un claro ejemplo de totalitarismo moderno, del otro, una sociedad de nihilistas, de hombres sin objeto, de odio y resentimiento, pero sobre todo de amoralidad, de esos que ven las cosas sin juicio de valor posible, que no creen en el bien y el mal, y que proclamas consignas capaces de generar otro clima anti-político y pre-totalitario, la génesis de una nueva sociedad de sometimiento. La única opción es caminar por el medio, seguir el filo, y llegar al final del camino.

            La movilización y demostración de fuerza por parte de los que creemos en la democracia se hace definitiva. La profundización de las bases teóricas se hace indispensable. Y, sobre todo, la acción política, la calle como ejercicio de democracia se transforma en el arma de quienes creemos en la democracia para demostrar que somos más, que la bondad y la esperanza en Venezuela están próximos a respirarse, y que un nuevo proyecto de país se avecina.

Alejandro Conejero
@ConejeroC

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