Se acabó la Revolución, que empiece la Renovación
Empieza el cierre del año 2015 y con el, el cierre de un
proceso político en Venezuela. Ese proceso que algunos llamaron revolución,
otros chavismo, y otros tropiezo. Lo cierto es que con un saldo mucho más
negativo de lo apreciable, la revolución bolivariana empieza a despedirse con
corrupción hasta el cuello, con un desabastecimiento increíble, dejando al
hampa en el gobierno y con una soberbia que solo evidencia la psicopatía que
padecen todos sus dirigentes. Pero, lo cierto es que después de aquel domingo 6
de Diciembre donde el soberano se expresó y decretó con firmeza el fin de la
Revolución, y como el política no existen vacíos, ese domingo también empezó
otro proceso político en Venezuela, y nuestra tarea es quizás darle forma, y
darle nombre a aquello.
Usualmente el espectro de un proceso
político se define entre reformista y revolucionario. Los reformistas apelan a
cambios ligeros en el sistema, de manera paulatina y sin mayores apuros para
conseguir los objetivos que se plantean como proceso, por otro lado, los
revolucionarios apelan a cambios abruptos y violentos, en todo sentido, para
desmembrar el sistema actual y construir un nuevo orden nacional. Sin embargo,
a la oposición venezolana, quizás incluso por su naturaleza de coalición, no
podemos ubicarla en ninguno de estos comportamientos, sino más bien una mezcla
entre ambos, un comportamiento que busca cambios sustanciales de manera
paulatina y con paciencia, u comportamiento en todo concepto: renovador.
Entonces, ¿el nombre?, la renovación
venezolana, ¿la forma?, como lo indica su nombre, será un proceso de cambios
sustanciales e importantes, quizás hasta de base, en el sistema venezolano,
pero sin mayor apuro, pues lo que demanda el país es paciencia y compostura,
serenidad, y por sobre todo, reencuentro, y para el reencuentro es necesaria
esa demostración de tranquilidad y pusilanimidad. Su contexto, es quizás lo más
interesante, pues la renovación venezolana se sumerge en el cierre también de
un proyecto continental, el castrista, y el comienzo de otro, que Carlos
Alberto Montaner tuvo la osadía de llamar: La Primavera Latinoamericana, y que
con el favor de Dios y los pueblos, se completará pronto.
Así que, no desesperemos en la
búsqueda frenética de un cambio sustancial, la historia inmediata nos ha
ilustrado para entender que aquello no lleva a nada bueno, y que por el
contrario, suele ser un revés a los planteamientos iniciales. Tengamos
paciencia, seamos partícipes de este proceso, comencemos por el marco legal e
institucional, y finalicemos por la idiosincrasia nacional, el camino será
largo y con muchísimos obstáculos, pues aún la revolución está cerrando, pero
no desesperemos en la consecución de nuestros logros republicanos, la renovación
está en camino.
Alejandro Conejero
@ConejeroC
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