El perdón: Una necesidad para Venezuela
Con
frecuencia se escuchan en Venezuela las incansables quejas de una ciudadanía
oprimida. Lo cierto es que la etapa terminal de un régimen autoritario se
encuentra en pleno desarrollo. Se respiran vientos de cambio. Los cúmulos de
rabia y agresividad se vuelven cada vez mayores en el sentir colectivo
venezolano. Los ciudadanos ven esperanzados el instante en el que podrán
demostrar su descontento, el 6 de Diciembre. Los sueños de una juventud
avejentada por la violencia, la crisis y la pobreza, se alzan materializados en
el verbo del joven político, de ese al que le arrebataron su juventud, de ese
que ha tenido que descuidar sus relaciones afectivas, sus estudios y su
jovialidad, por el hecho de que una camarilla de desvergonzados le haya
extirpado aquello que lo hacía joven, su libertad.
Los jóvenes
venezolanos nos encontramos sumergidos en la profundidad de un sistema de
decisiones contaminadas por el miedo. Un sistema que busca convertir toda
decisión en algo existencial. Ya no se trata de en qué Universidad estudiar, de
qué trabajo tomar, o si decidimos emprender nuestro negocio; ahora se trata de
olvidarnos del prójimo por supervivencia, de desconectarnos de alguna u otra
forma de la realidad; o al menos eso se plantea la generación pasada, la de varios
de nuestros padres, esa generación que decidió que era más fácil vivir para uno
mismo y olvidarse de nuestros hermanos, esa que ha permitido lo que pasa en
nuestro país, esa que ve con desespero cómo el futuro de sus hijos se nubla
cada vez más en Venezuela.
Pareciese
entonces relucir el hecho de que los jóvenes, esta nueva generación, tiene solo
un futuro claro, el de aislarse dentro de sus posibilidades y olvidarse de los
demás. Pero, lo que muchos no quieren observar, es que ese turbio camino es el
camino que dibujó el gobierno nacional, y el camino en el cual muchos de
nosotros no estamos dispuestos a caminar. Los jóvenes venezolanos tenemos en
nuestro imaginario colectivo la clara convicción de que este país es nuestro, y
nos lo quieren arrebatar. Hay muchos prejuicios que abruman la conciencia: el
miedo, la ansiedad, la represión, los controles. Pero si podemos estar seguros
de algo, es de que el coraje es un
recurso abundante en esta generación, además, y aquí viene la razón del título
de este ensayo: los jóvenes estamos aprendiendo a perdonar.
Dice Javier
Cercas en su libro, Anatomía de un instante: “Un héroe político [moderno]
también es un héroe moral”. Y cuando Cercas dice esto, se refiere a personajes
insignes de la historia contemporánea, Mijaíl Gorbachov, Nelson Mandela, entre
otros. Estos reconocidos personajes llegaron a ser héroes por una sencilla
razón, pudieron asumir y perdonar. Gorbachov no socavó la Unión Soviética
porque quería imponer un modelo más radical, sino porque se dio cuenta de los
errores que cometía, y Nelson Mandela no modernizó Sudáfrica por haber estado
27 años preso, sino porque a pesar de eso, perdonó. Incluso Jesús De Nazaret,
después de su crucifixión dijo: “Padre, perdónalos porque no saben lo que
hacen”.
Sonará soñador, meloso e ingenuo, pero
lo que Venezuela necesita en este momento es sanearse de tanto odio, de tanta
violencia, de tanta inmoralidad, y ante ello solo el perdón es una herramienta
poderosa. La demostración de piedad, de compasión, de entendimiento, y de
preocupación de los unos por los otros, es lo que nos hará libres. A las nuevas,
y actuales generaciones venezolanas les tocará perdonar, tendrán que tener la
fortaleza suficiente de hacer justicia y tener piedad, solo así se podrá empezar
construir una República en Venezuela, fundamentada en el perdón como primer
paso para lograr el consenso.
A los 2
días del mes de Noviembre del año 2015.
Alejandro
Conejero
@ConejeroC
Buen artículo y análisis, Alejandro. Nuestra mayor batalla es la del perdón.
ResponderEliminarSaludos,
Jilmir Valera Hurtado