jueves, 28 de enero de 2016

La nueva Universidad, la Universidad Autónoma

La nueva Universidad, la Universidad Autónoma

Los nuevos escenarios políticos que vislumbra la Universidad venezolana, son definitivamente esperanzadores si los comparamos con los del año pasado. A pesar de seguir sufriendo los embates sistemáticos de un partido de gobierno que definitivamente, odia al conocimiento; lo cierto es que ese espacio de debate parlamentario que abrió sus puertas el pasado 5 de Enero en el hemiciclo de la Asamblea, y que extiende sus raíces democráticas, dialoguistas y renovadoras por todo el país, ha logrado en la comunidad universitaria, despertar esa luz que ahora ilumina el camino de la Universidad venezolana.

Como esperábamos la mayoría de los universitarios, ese camino que se iluminó aquel día, primero, no es un camino transitable sin el quehacer político, y segundo, no es un camino en la precisión del término, es más bien una avenida, con un sin fin de intersecciones, policías acostados, huecos y además, infinidad de bifurcaciones al final del recorrido. Lo cierto es que se ha abierto un abanico de opciones para que la comunidad universitaria defina el destino de la Universidad venezolana, su modelo, su política, su institución, su funcionamiento, su financiamiento, y demás variables que fundamentan el sistema de educación universitaria en Venezuela.

El sistema de educación venezolano, en este momento, como casi todos los sistemas de la cosa pública en nuestro país, es un sistema meramente rentista. Se sirve de forma vergonzosa de la renta petrolera de nuestra nación para abastecer sus componentes. Esto, naturalmente, como en la producción económica, es un contra-incentivo en la producción del conocimiento. La Universidades venezolanas deben, y esto si ha de ser un axioma, abandonar el modelo rentista de financiamiento de la Universidad y buscar nuevas fuentes que la hagan en cierta medida, auto-sustentable.

Para obtener la auto-sustentabilidad, existen una gama diversa de opciones que permiten que la Universidad pueda obtener financiamiento fuera de la renta petrolera. Lo primero, es entender que la gratuidad de la educación no implica necesariamente un financiamiento completo de las actividades que se desarrollan en las casas de estudio, sino, el financiamiento de la vida universitaria que realiza un estudiante en sus años de pregrado. Esto abre ya por si solo las interrogantes y propuestas alternativas en cuanto a la participación del Estado en el financiamiento de la educación superior. Por otro lado, otorgar libertad e incentivos a las casas de estudio para realizar proyectos de investigación para empresas privadas, como lo hacía la antigua LOCTI, decretada en 2005, en la cual se establecía la exoneración de impuestos y tributos a los empresarios que financiasen proyectos de investigación.

En definitiva, el abanico es gigantesco, variable y dinámico, pero lo cierto es que la Universidad necesita replantearse, no solo para sobrevivir a los embates sistemáticos del gobierno del PSUV, sino para generar un pulmón inmunofinanciero ante las políticas regresivas que intente aplicar cualquier gobierno no democrático en si mismo.

Alejandro Conejero
@ConejeroC

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